domingo, 16 de enero de 2011

IN MEMORIAM

Esta entrada se la quiero dedicar a una persona que fue crucial en mi vida, y que se cruzó justo cuando yo más lo necesitaba.
Para poneros en antecedentes, os cuento un poco que el año anterior a conocerlo a él lo pasé verdaderamente mal. Estaba hundido en una depresión, fundamentalmente provocada por un trabajo de mierda que tenía como camarero en un bar de la localidad, donde ganaba muy poco, trabajaba mucho y no tenía practicamente vida, ni familiar, y mucho menos social.
El caso es que decidí poner fin a esa etapa negra y cambiar de trabajo a ver si así mejoraba mi vida. Y sí, la verdad es que fue todo un acierto.
Pero lo que más me hizo salir a flote del hundimiento en el que me encontraba a nivel personal fue dar con un compañero de trabajo admirable como persona, del que no tendría palabras suficientes para describir lo que él hacía y era capaz de hacer por su gente y amigos.
Pues bien, en mi nuevo trabajo allá por 2005 caí al lado de un ecuatoriano de unos 50 años, bajito, delgado y morenito jeje. Aparentemente nadie diría que alguien así de menudito podía albergar tanta cosa buena en su interior, pero madre mía si lo albergaba, no exagero, es que es verdad.
Era una persona con un sentido del humor increible, capaz de reirse  de él mismo con tal de pasar un buen rato. Como compañero, único. Una persona que te guardaba un secreto respecto al trabajo o tu vida personal y que te apollaba hasta donde fuera necesario con tal de conseguir una mejora laboral. Y eso vale mucho, porque hoy día nadie se moja ni reivindica nada, o dejan que otros lo hagan para ellos llevarse el beneficio. Pero él no.  Él era de los que luchaban por lo que creía justo junto conmigo; en el caso de nuestra empresa. Y vaya si conseguimos cambios entre los dos. Fijaos, reducción de horas (extras que no nos pagaban) y una sustanciosa subidita de sueldo.
Pero eso no es lo que más me hace acordarme de él. Lo que más me recuerda y lo que más me llena de ganas de seguir hacia delante es pensar en cómo alguien puede salvarte en muchos sentidos en los que se puede salvar a una persona. Y no digo la vida en si, sino la vida psicológica, por decirlo de alguna manera, que él supo rescatar en mí a tiempo.
Fue su sentido del humor y ganas de vivir y de luchar las que me empaparon a mí de vida, de una vida y chispa que había perdido años atrás y que recuperé estando trabajando a su lado. Me enseñó a ver más allá de lo material, me enseñó a ver lo bueno de las personas, y además a valorarlo por encima de otra cosa. Y lo más importante, me enseñó a huir de lo negativo y quedarme sólo con lo positivo.
Si hoy vuelvo a pensar con positividad y he recuperado las ilusiones es en gran parte por él, por cómo me hizo ver de nuevo que la vida vale la pena, pero no por la casa, o la tv de plasma que te compras, sino por ser eso, la vida, simple y llanamante.
Desde luego alguien así no puede caer en el olvido, y merece ser recordado siempre, aunque haya habido, y siga habiendo gente que trate de manchar su nombre.
Lo triste de esta historia es que él ya no está. No está porque desgraciadamente murió en un accidente de coche en Mayo del año pasado. Yo no pude asistir a su velatorio porque estaba de vacaciones en Italia. Pero sin duda sentí, y hoy por hoy sigo sintiendo muchísimo su muerte porque es muy irónico  y doloroso a la vez que alguien que te ha resucitado muera después.
Pero la vida continúa, o eso dicen, y me tengo que acostubrar a no volver a oir sus frases y expresiones. Expresiones que en mi otro compañero y yo quedan vivas, y surgen como si él mismo nos indujera a decirlas en las mismas situaciones que él las usaba. Creo que es él quien  nos mantiene vivo su recuerdo gracias a sus chascarrillos, pero sobre todo, gracias a lo mejores personas que hemos llegado a ser estando a su lado.
Recordarle no me entristece, sino todo lo contrario, me alegra porque recuerdo todo lo bueno que pasé junto a él. Pero si algo me entristece cuando pienso en él, es sin duda en lo mal que otras personas se portaron con él en momentos muy difíciles, y en la hipocresía de la gente que hablaba mal de él a sus espaldas para satisfacer el oido de otros. O de cómo se rieron se su enfermedad, alcahueteando que lo hacía para conseguir una mísera pensión, y luego haciéndole ver a él que le apoyaban en lo que hiciera falta.
Sin duda, nuevamante gracias a él, aunque sea en estas circustancias, he visto qué gente merece la pena y cuál no. Es una pena, pero de muchas personas comunes entre él y yo, sólo una merece hoy día mi respeto y admiración porque el resto me demostró con sus asquerosos comentarios que no le llegan ni a la suela del zapato. Por eso yo me he despegado en la medida de lo posible de esa gente dañina y despreciable que sólo con darte los buenos días ya te hacen daño.
De nuevo, gracias por enseñarme incluso con tu muerte que no hay que estar al lado de la gentuza, sino de los que te aporten cosas buenas, pero no materiales, sino de las otras, de las que no se ven, de lo abstracto que hoy nadie se para a buscar porque es más importante presumir de coche u otras cosas que de ser buena gente.
Me dejo muchas cosas en el tientero, pero como dije al principio, son tantas que no habría megas, ni gigas, ni esas cosas capaces de almacenarlas.
Aunque físicamente no estás, yo te sigo admirando y apreciando tanto como cuando íbamos en el camión. Y lo único que siento es no haber tenido más tiempo para poder seguir absorbiendo de tu sabiduría.

A Germán Piña Bustos.
Un amigo, un compañero, un segundo padre, pero sober todo, una gran persona con un gran corazón.
Hasta siempre amigo.


Le dedico éste trozo de la banda sonora de la película ''Bravehart'' que he encontrado en youtube, porque precisamente él fue eso: Un Corazón Valiente.

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